Francisco Baena Calvo escribe en su blog:
“Las utopías son caminos que señalan los
grandes sueños de la humanidad. Si caminamos en la dirección que señala nuestra
utopía es estar ya conquistándola, es entrar por la senda del bien y el dinamismo
del amor.
Seamos idealistas y alcanzaremos la perfección.
Como bien decía la Hermana María a la Superiora en la obra de Jordi Siena
Fabra, “La Voz interior”: “un idealista es un soñador que intenta mantener
vivos los sueños, nada más”.
Y todos tenemos nuestros sueños, aunque en el devenir de nuestra diminuta historia pocos lleguen a cumplirse.
El mayor de nuestros sueños e ideales debe ser
la solidaridad, “la determinación
firme y perseverante de trabajar por el
bien común; es decir, por el bien de todos y cada uno, porque todos somos
responsables de todos” (Sollicitudo Rei Socialis, 38).
Para conseguir el sueño es necesario una verdadera
disponibilidad para el amor “de otro
modo, como es evidente, las ideologías más revolucionarias no desembocarían más
que en un simple cambio de amos que, una vez instalados en el poder, se rodean
de privilegios, limitan las libertades y consienten que se instauren otras
formas de injusticia (Octogesisima Aveniens, 45)”
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