domingo, 19 de agosto de 2012

"La plaza, hasta los topes, con muchísimas mujeres preciosas". Centenario de la Plaza de Toros de Pozoblanco



Texto de José Luis González Peralbo

Corría el año de 1911 cuando don Joaquín García Gómez y su yerno don Rafael Bueno Roldán decidieron adquirir un solar destinado a la construcción de una plaza de toros que esperaban tener concluida y dispuesta para el verano del siguiente año.
En enero de 1912 don Joaquín giró visita a varias plazas andaluzas para tomar de ellas referencias y aplicarlas a la suya.
Las obras comenzaron durante el mes de marzo empleando numerosa mano de obra en un momento de graves penurias y falta de empleo para una gran cantidad de trabajadores pozoalbenses.
A finales de abril la obra estaba muy avanzada y todo hacía presumir que estaría lista en la fecha elegida para la inauguración: el 25 de julio, festividad del apóstol Santiago.



Pero entonces surgió un contratiempo inesperado que obligaría a retrasar la corrida inaugural hasta finales del mes de agosto: las viguetas de hierro de la plaza, contratadas en Sevilla, sufrieron un retraso de dos meses en su fabricación y transporte.
Los atrevidos empresarios invirtieron en la construcción sumas muy crecidas y bajo la responsabilidad técnica de don Enrique Guerrero Carmona, autor del proyecto y director de las obras, consiguieron levantar un coso taurino realmente hermoso a la derecha del paseo de los Llanos, extramuros de la población.
El último día de julio de 1912 era anunciada la corrida inaugural. Habían contratado a los diestros cordobeses Manuel Rodríguez Manolete y Fermín Muñoz Corchaíto para lidiar y estoquear toros de la acreditada ganadería navarra de Lissazo.
El entusiasmo y la expectación alcanzaron a todos los rincones de las  comarcas de los Pedroches y el Guadiato así como a los vecinos de la capital provincial. Los medios de comunicación local se hacían eco de los preparativos y anunciaban el evento como “un excepcional acontecimiento para la historia de esta población”.
En la descripción de la plaza señalaban lo siguiente:
“Su construcción es de piedra y hierro, no teniendo de madera más que la valla, y en su edificación se han guardado todas las reglas que el ornato, la comodidad y la higiene requieren, sin que le falte el más pequeño detalle de los necesarios a un circo taurino. Mide una circunferencia de doscientos metros, próximamente. En la parte del sol, tiene diez y seis gradas y diez en la sombra, y encima de éstas 32 palcos y amplia y bien acondicionada galería de gradas, cubierta convenientemente.
Está dotada de una bonita capilla y como complemento y lindando con ella, una enfermería, pulcra y en extremo espaciosa, muy ventilada y con exceso de luz, pudiera decirse. En esto nada han escatimado los propietarios y bien se conoce que uno de ellos es médico y tiene amor a la profesión.
Tiene también el edificio espaciosos corrales, patios de caballos, chiquero y desolladero. En resumen, todo ello forma un conjunto muy armónico, un circo taurino que da importancia a Pozoblanco.
Conste que no soy muy partidario de estas obras ni del espectáculo de los toros, pero la realidad me viene demostrando que vivo engañado y que esta fiesta, como dijo Ricardo de la Vega

Es una fiesta española
que viene de prole en prole
y ni el gobierno la abole
ni habrá nadie que la abola”.





El 24 de agosto, víspera de la corrida, fueron muchos los aficionados cordobeses que prepararon el viaje a Pozoblanco con el objetivo de asistir a la inauguración de la nueva plaza y de ver torear al que consideraban su paisano, Corchaíto, aunque había nacido en El Viso. Con éste, y en sustitución de Manolete, actuaría Francisco Martín Vázquez.
La documentación procedente del archivo municipal que recoge contenidos sobre esta primera corrida en el coso de los Llanos es muy abundante y en parte ya ha sido hecha pública. Durante las próximas semanas verán la luz nuevos pormenores. Por ello he preferido, como colofón a este artículo, reflejar la trascripción de la crónica taurina que apareció en la prensa cordobesa dando cuenta del primer espectáculo taurino en la hoy centenaria plaza pozoalbense.




28 de agosto 1912.
LA INAUGURACIÓN DE LA PLAZA DE TOROS DE POZOBLANCO
La Empresa
Sólo aplausos merece. Hace tiempo que necesitaba Pozoblanco un circo taurino. Su feria, a pesar de la importancia que de antiguo tiene, decaía y era necesario darle atractivos para reanimarla. La nueva Plaza de Toros ha contribuido eficazmente a ello.
Indirectamente han procurado los propietarios del nuevo edificio un invierno bueno para el jornalero pues, siendo el año de escasez en los trabajos, la remediaron empleando más de cien hombres que han trabajado desde Enero a la fecha.
La plaza es un alarde de buena construcción; sólida y bonita.
Alégrese el pueblo entero, pues con seguridad aumentará notablemente la afluencia de forasteros, con lo cual ganará mucho el vecindario.
El día de la corrida
Se calcula en más de diez mil personas las que afluyeron a Pozoblanco el día de la corrida. Las calles que conducían a la plaza y los alrededores de ésta estaban intransitables.
Ni en plena feria está Pozoblanco como estuvo el día 25.
La corrida
El ganado, bravo de veras. No hubo un solo toro que barbease las tablas, ni uno solo volvió la cara al castigo; todos murieron en los medios, peleando con bravura. Quien negase esto, que se ponga gafas, y no presuma de aficionado.
La corrida terciada. Hubo tres toros grandes: el tercero, el quinto y el sexto, y los otros más pequeños. Pero el que después de leer el nombre de la ganadería esperase ir a la plaza a ver catedrales, que hubiese devuelto el billete porque el ganado de Laffite como el de Saltillo es pequeño, sin que esto le quite mérito alguno y por ello sean menos codiciadas y bien pagadas esas ganaderías. De la jugada es difícil encontrar una corrida mayor que la que se jugó.
Yo aplaudo y felicito a la Empresa, en la cual seguramente hay afición y costumbre de ver corridas.
Si los toros tenían algunos kilos menos es debido al tiempo en que estamos y esto es el abc de la taurofilia. Si quieren seguir fomentando la afición sigan llevando ganado así, que haga buena pelea, que sea bravo, manejable y no hagan caso de cuatro ignorantes que sobre solo haber visto toros en la Añora son los eternos descontentadizos.
¿Y los toreros? Corchaíto hecho un héroe, valiente, torero, voluntarioso y más tranquilo que en el patio de su casa.
Al primero lo toreó de capa con los pies juntos y moviendo los brazos como un profesor; le dio seis verónicas marca Cayetano Sanz que le valieron una ovación cerrada, nutridísima.
Pidió las banderillas y después de una bonita preparación y aguantando hasta que llegaron los pitones a dos dedos de la taleguilla cambió un par en todo lo alto.
Ovación.
Andando luego centímetro a centímetro llegó a la cara del toro para cuartear dos pares, dándole el pecho al animal como Blanquito.
Ovación.
Brindó luego al usía y quedándose en el ruedo más solo que la una, pasó al toro en redondo, por naturales y de pecho, rozándole en cada pase los pitones del morlaco la taleguilla.




A la hora suprema, sin paso atrás y recto, le dio el hombro y se echó como en un colchón, agarrando una hasta la bola en el sitio de la pupa y los billetes. Se llevó el toro al estribo, se sentó y allí se echó el animal para siempre.
Ovación.
Así se llega, Fermín; mata y torea tres toros en Madrid de esa manera y estamos en las 5.000.
¿Por qué no le dieron la oreja? Tuve ocasión de preguntárselo al Presidente, el cual me dijo: Porque después de ver esto o se la da el toro entero o no se la da nada.
- Muy bien, don Nemesio.
En el tercero superiorísimo y adornado y elegante en quites; maestro con la muleta y cogiendo otra estocada hasta la cruz en las mismas péndolas.
Ovación y oreja.




En el quinto, breve y bien; lástima que después de dar aquel pase en redondo dejándose el testuz del animal en las rodillas y aguantando como Frascuelo, y después de entrar como lo hizo, resultase la estocada ligeramente desprendida.
Vázquez sobrio en sus toros, inteligente y valiente y acertadísimo a la hora de matar.
A su primero lo despachó de dos pinchazos colosales, que valieron por dos estocadas, y una buenísima.
Al cuarto de la corrida, después de torearlo bien con la muleta, lo pasaportó de una gran estocada.





Y al sexto lo toreó superiormente y lo mató de una estocada colosal.
En quites lucidísimo.
La presidencia acertada.
Las cuadrillas bien.
Murieron siete caballos.




En resumen: una gran corrida para inauguración de plaza, de la cual pueden estar muy satisfechos la afición y la Empresa.
A continuar así, hasta otra y enhorabuena.
La plaza, hasta los topes, con muchísimas mujeres preciosas.
Félix.



 Con esta colaboración de mi amigo José Luis, celebramos el Centenario de esta magnífica Plaza, cargada de historia, y que es visitada con asiduidad por muchos aficionados al toreo vecinos de El Guijo.



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