miércoles, 27 de junio de 2012

Homenaje a Belén Illescas en el IES "Antonio Mª Calero" de Pozoblanco

 DESPEDIDA A BELÉN ILLESCAS CARMONA COMO PROFESORA DEL IES "ANTONIO Mª CALERO"

POZOBLANCO, MARTES 26 DE JUNIO DE 2012
RESTAURANTE LOS MONTEROS (POZOBLANCO)

Excelentísimas y lustrosísimas personas aquí congregadas, dedicadas a la muy loable, meritoria, reconocida y cada vez más lucrativa tarea de enseñar a quien se deja. Venerable directiva, carísimo profesorado, adictos y genuflexos al nuevo maná de las competencias, personal administrativo y de servicios, invitados a escote, porteros y porteras del servicio de guardia…

Aunque es indudable que en el claustro hay personas más idóneas y capacitadas para estos menesteres, considero un honor que la actual directiva (que santa gloria halle) haya tenido a bien para la ocasión encomendarme la dedicatoria de unas palabras de homenaje y despedida a quienes nos dejan al finalizar el presente curso y, en especial, a doña Belén Illescas Carmona. Muchas gracias señor director: como esto no cambie, me veo pronunciando mi propio elogio fúnebre.
 Con el patrocinio y la benevolencia -espero- de la señorita Madrid, y en aras a la brevedad que la digestión exige, aviso que voy a soslayar los infinitos y apasionantes matices de la expresión lingüística de género y trataré de ser lo más conciso y neutrino posible.


 No en vano el adagio advierte que “después de comer ni un papelito leer”. O como decía mi abuela: “en tiempo de sandías, pocas homilías” (mi abuela era muy ilustrada, se llamaba María del Consuelo Antonia Ramona del Corazón de Jesús Rita; vivió más de 101 años y siempre vestía de negro; ahora que lo pienso, mi abuela más que ilustrada debía ser gótica).


Pero vayamos por partes, que diría Jack el destripador.

En primer lugar tengo que señalar que para una comunidad como la nuestra -que es ante todo dinámica- si importante resulta propiciar una buena acogida a los recién llegados también es fundamental propinar una exquisita despedida a todos y cada uno de sus miembros cuando se marchan.

 En segundo lugar, sin ironía alguna, no puedo más que mostrar palabras de admiración y agradecimiento a la labor del profesorado que se va; agradecimiento no a los “servicios prestados” –que para eso se suele enviar al motorista y asunto concluido-, sino por las horas compartidas, la amistad disfrutada, la confraternización y el esfuerzo en común.


El reconocimiento es una necesidad imprescindible en toda colectividad humana y con este acto decimos a quienes se van que los apreciamos de veras y los llevaremos siempre en nuestro recuerdo y en nuestros corazones.


 Tanto a los que ya tenéis confirmado un nuevo destino (Carmen, José Antonio, Carmen, Alfonso Luis, Belén…) como a quienes esperáis desarrollar vuestro trabajo en un lugar distinto, muchas gracias en nombre del IES Antonio María Calero. Os deseamos sinceramente lo mejor para el futuro.
 Quiero dedicar igualmente unas palabras de gratitud a entrañables compañeros que nos han acompañado durante muchos cursos y cuya presencia hoy aquí les honra al mismo tiempo que nos alegra. Gracias Bárbara, Conchi, Pedro, Libertad. Es un placer compartir este acto con vosotros.
 En los 28 años que llevo en el IES Antonio Mª Calero    -justo desde que inició la andadura en su actual ubicación- he visto pasar a todas y cada una de las personas que han desempeñado una labor en él, incluidos por supuesto casi seis centenares de profesores. Y siempre resulta triste asistir a la partida de personas con la que has convivido meses, años o incluso décadas.

 La memoria de muchas de ellas se va desvaneciendo con el paso del tiempo. Pero sabemos que algunas de esas personas han dejado una gran impronta en lo personal y en lo profesional, una huella difícil de borrar.
 En estas ocasiones la marcha resulta especialmente dolorosa porque nos provoca una sensación de pérdida, un vacío que sabemos a ciencia cierta que nunca tendremos con quién llenarlo.


Es el caso de Belén Illescas Carmona y ahora toca centrarme en ella: “Dios te libre de la hora de las alabanzas”. 
 Lo primero que se me ocurre es que la providencia nunca es caprichosa y tenía reservada esta despedida, ¡cómo no!, a un profesor de Geografía: Belén (ciudad de Cisjordania, veintitantos mil habitantes), Illescas (municipio toledano, veintitantos mil vecinos), Carmona (población sevillana, veintitantos mil habitantes)…
 Belén, por si alguien no lo sabe, es jarota. Vino al mundo el 16 de junio de un año no tan lejano en Villanueva de Córdoba, ciudad de la que por cierto siempre ha sido una excelente embajadora. Cursó los diferentes niveles de estudios hasta obtener la diplomatura de EGB. Ganó su oposición y se incorporó como profesora de apoyo al IES Antonio Mª Calero el 1 de septiembre de 1999 y a partir de entonces ha figurado en nómina como profesora de Educación Especial. Aquí lleva ya trece cursos contando el presente.


Llegó en un momento en el que el instituto había asistido a un cambio sustancial en su oferta y organización educativa mudando el antiguo formato de centro de formación profesional al entonces novedoso de enseñanza secundaria obligatoria, bachillerato y ciclos.

En nuestro instituto ha desempeñado numerosas funciones y cargos: tutora, vicedirectora, jefa del departamento de actividades extraescolares… En este último curso ha sido coordinadora del FEIE (Federación Española de Investigación Espacial o bien Fondo Europeo de Incautos Educativos, no estoy muy seguro). 

 Su formación, el esfuerzo, el sentido del deber y su compromiso con la enseñanza y con el IES Antonio Mª Calero no dejan espacio para la duda; cientos de alumnos, padres y compañeros pueden dar fe de ello. Su calidad personal y la labor desarrollada han sido encomiables e intachables. Una auténtica profesional de vocación innata y de convicciones firmes.


Siempre he considerado a Belén una persona generosa y solidaria pero también una mujer recia, activa, orgullosa y fuerte, genuina representante de las mujeres de su pueblo. No sé exactamente por qué, pero desde mi más tierna infancia he estado convencido de que la protagonista de la vaquera de la Finojosa era en realidad de Villanueva de Córdoba.

La mayoría del profesorado guarda –guardamos- especial recuerdo para aquellos escolares que han pasado de forma brillante por nuestras clases. Belén, en cambio, puede hablar mejor que nadie de todos esos estudiantes que han salido adelante como han podido porque la naturaleza o bien las circunstancias de la vida no les han ofrecido lo que a los demás. Y ella ha volcado su labor precisamente con ese tipo de alumnado tan desfavorecido. Enorme mérito que hay que reconocerle.

Quiero destacar también que Belén ha reivindicado siempre en nuestro instituto el trabajo y la importancia de los maestros y jamás se ha achantado ante títulos, cargos o privilegios de nadie. Y la verdad es que, en esta cuestión, algunos de nosotros hemos hecho méritos para recibir unos buenos pescozones.

Como es natural, Belén lleva ya unos años luchando por este merecido traslado a su pueblo, hoy conseguido. Y es consciente de que pudo haberlo logrado antes si hubiera dado su brazo a torcer. Pese a la demora y postergación, finalmente ese traslado ha llegado.

La chica de las 8.15 se nos va. Pone punto y final a su etapa de profesora de este instituto, labor fecunda que ha compaginado con otras muchas facetas como la maternidad, el baile, la gastronomía, el pret a porter y las manualidades. Bueno… y el arte de ulular.

Si a algunas personas del claustro las conocemos porque se hacen notar con sus silencios, porque brillan por su ausencia o son propensos al camuflaje, a Belén como que no. Todos añoraremos ese melodioso y armónico tono de voz, sin estridencias, que nos evoca los mismos sentimientos que los cantos de las sirenas provocaban a Ulises y a sus compañeros.

Belén: es una pena que nos dejes precisamente ahora, cuando al fin habías casi logrado domesticar al ordenador y digerido y asimilado la evaluación por competencias y te disponías a hacernos partícipes de la buena nueva.

También es cierto que te vas sin que se haya procedido a la ampliación del centro, sin que funcione la nueva estación del tren, sin que dispongamos de una autovía a menos de 100 kilómetros de distancia, sin que nos hayan subido el sueldo ni reducido la carga de trabajo. Pero… ¿y lo competentes que nos hemos vuelto? ¿Y lo que hemos reído? ¿Y lo que nos van a hacer llorar en adelante?

Belén, hoy quiero aprovechar esta oportunidad que me brindan para darte las gracias en lo personal por todo lo que me has ayudado en mi singladura como docente y por las horas que hemos convivido. Siempre he podido contar contigo para todo lo que he necesitado. He aprendido mucho de ti. Aunque lo más importante y lo mejor de todo es haberte conocido.

Te quiero dar las gracias también en nombre de los compañeros y compañeras que compartimos esta celebración y de quienes ya se despidieron de nuestro instituto pero tuvieron igualmente la gran suerte de conocerte y trabajar a tu lado.

Te doy las gracias en nombre del IES Antonio Mª Calero porque te debe muchísimo más de lo que en los papeles está escrito.
Y también te quiero dar las gracias en nombre de tantas y tantas personas de los Pedroches que bien como alumnos o como miembros de sus familias sólo han acertado a vislumbrar la importancia que has tenido en su formación.

Aquí tendrás siempre amigos y compañeros que te recibirán con satisfacción y con los brazos abiertos. Te reservamos un hueco para cuando quieras tomar una copa o un café, para vernos y contarnos cosas, para que compruebes que nuestro afecto permanece vivo, para no perder nunca el contacto.
Belén, que seas feliz en tu tierra y en tu nuevo destino. La misma felicidad que deseamos a quienes ahora nos dejáis pero nos habéis acompañado durante un tiempo y ya formáis parte de nuestra historia y de nuestra vida.

Jose Luis González Peralbo

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