POZOBLANCO,
MARTES 26 DE JUNIO DE 2012
RESTAURANTE
LOS MONTEROS (POZOBLANCO)
Excelentísimas
y lustrosísimas personas aquí congregadas, dedicadas a la muy loable,
meritoria, reconocida y cada vez más lucrativa tarea de enseñar a quien se deja.
Venerable directiva, carísimo profesorado, adictos y genuflexos al nuevo maná
de las competencias, personal administrativo y de servicios, invitados a
escote, porteros y porteras del servicio de guardia…
Aunque
es indudable que en el claustro hay personas más idóneas y capacitadas para
estos menesteres, considero un honor que la actual directiva (que santa gloria
halle) haya tenido a bien para la ocasión encomendarme la dedicatoria de unas
palabras de homenaje y despedida a quienes nos dejan al finalizar el presente
curso y, en especial, a doña Belén Illescas Carmona. Muchas gracias señor
director: como esto no cambie, me veo pronunciando mi propio elogio fúnebre.
Con el
patrocinio y la benevolencia -espero- de la señorita Madrid, y en aras a la
brevedad que la digestión exige, aviso que voy a soslayar los infinitos y
apasionantes matices de la expresión lingüística de género y trataré de ser lo
más conciso y neutrino posible.No en vano el adagio advierte que “después de comer ni un papelito leer”. O como decía mi abuela: “en tiempo de sandías, pocas homilías” (mi abuela era muy ilustrada, se llamaba María del Consuelo Antonia Ramona del Corazón de Jesús Rita; vivió más de 101 años y siempre vestía de negro; ahora que lo pienso, mi abuela más que ilustrada debía ser gótica).
Pero
vayamos por partes, que diría Jack el destripador.
En
primer lugar tengo que señalar que para una comunidad como la nuestra -que es
ante todo dinámica- si importante resulta propiciar una buena acogida a los recién
llegados también es fundamental propinar una exquisita despedida a todos y cada
uno de sus miembros cuando se marchan.
El
reconocimiento es una necesidad imprescindible en toda colectividad humana y
con este acto decimos a quienes se van que los apreciamos de veras y los
llevaremos siempre en nuestro recuerdo y en nuestros corazones.
Tanto a los que ya tenéis confirmado un nuevo destino (Carmen, José Antonio, Carmen, Alfonso Luis, Belén…) como a quienes esperáis desarrollar vuestro trabajo en un lugar distinto, muchas gracias en nombre del IES Antonio María Calero. Os deseamos sinceramente lo mejor para el futuro.
Es el
caso de Belén Illescas Carmona y ahora toca centrarme en ella: “Dios te libre
de la hora de las alabanzas”.
Lo
primero que se me ocurre es que la providencia nunca es caprichosa y tenía
reservada esta despedida, ¡cómo no!, a un profesor de Geografía: Belén (ciudad
de Cisjordania, veintitantos mil habitantes), Illescas (municipio toledano,
veintitantos mil vecinos), Carmona (población sevillana, veintitantos mil
habitantes)…
Llegó
en un momento en el que el instituto había asistido a un cambio sustancial en
su oferta y organización educativa mudando el antiguo formato de centro de
formación profesional al entonces novedoso de enseñanza secundaria obligatoria,
bachillerato y ciclos.
En
nuestro instituto ha desempeñado numerosas funciones y cargos: tutora,
vicedirectora, jefa del departamento de actividades extraescolares… En este
último curso ha sido coordinadora del FEIE (Federación Española de
Investigación Espacial o bien Fondo Europeo de Incautos Educativos, no estoy
muy seguro).
Siempre
he considerado a Belén una persona generosa y solidaria pero también una mujer
recia, activa, orgullosa y fuerte, genuina representante de las mujeres de su
pueblo. No sé exactamente por qué, pero desde mi más tierna infancia he estado
convencido de que la protagonista de la vaquera de la Finojosa era en realidad
de Villanueva de Córdoba.
La
mayoría del profesorado guarda –guardamos- especial recuerdo para aquellos
escolares que han pasado de forma brillante por nuestras clases. Belén, en
cambio, puede hablar mejor que nadie de todos esos estudiantes que han salido
adelante como han podido porque la naturaleza o bien las circunstancias de la
vida no les han ofrecido lo que a los demás. Y ella ha volcado su labor
precisamente con ese tipo de alumnado tan desfavorecido. Enorme mérito que hay
que reconocerle.
Quiero
destacar también que Belén ha reivindicado siempre en nuestro instituto el
trabajo y la importancia de los maestros y jamás se ha achantado ante títulos,
cargos o privilegios de nadie. Y la verdad es que, en esta cuestión, algunos de
nosotros hemos hecho méritos para recibir unos buenos pescozones.
Como
es natural, Belén lleva ya unos años luchando por este merecido traslado a su pueblo,
hoy conseguido. Y es consciente de que pudo haberlo logrado antes si hubiera
dado su brazo a torcer. Pese a la demora y postergación, finalmente ese
traslado ha llegado.
La
chica de las 8.15 se nos va. Pone punto y final a su etapa de profesora de este
instituto, labor fecunda que ha compaginado con otras muchas facetas como la
maternidad, el baile, la gastronomía, el pret a porter y las manualidades.
Bueno… y el arte de ulular.
Si a
algunas personas del claustro las conocemos porque se hacen notar con sus
silencios, porque brillan por su ausencia o son propensos al camuflaje, a Belén
como que no. Todos añoraremos ese melodioso y armónico tono de voz, sin
estridencias, que nos evoca los mismos sentimientos que los cantos de las
sirenas provocaban a Ulises y a sus compañeros.
Belén:
es una pena que nos dejes precisamente ahora, cuando al fin habías casi logrado
domesticar al ordenador y digerido y asimilado la evaluación por competencias y
te disponías a hacernos partícipes de la buena nueva.
También
es cierto que te vas sin que se haya procedido a la ampliación del centro, sin
que funcione la nueva estación del tren, sin que dispongamos de una autovía a
menos de 100
kilómetros de distancia, sin que nos hayan subido el
sueldo ni reducido la carga de trabajo. Pero… ¿y lo competentes que nos hemos
vuelto? ¿Y lo que hemos reído? ¿Y lo que nos van a hacer llorar en adelante?
Belén,
hoy quiero aprovechar esta oportunidad que me brindan para darte las gracias en
lo personal por todo lo que me has ayudado en mi singladura como docente y por
las horas que hemos convivido. Siempre he podido contar contigo para todo lo
que he necesitado. He aprendido mucho de ti. Aunque lo más importante y lo
mejor de todo es haberte conocido.
Te
quiero dar las gracias también en nombre de los compañeros y compañeras que
compartimos esta celebración y de quienes ya se despidieron de nuestro
instituto pero tuvieron igualmente la gran suerte de conocerte y trabajar a tu
lado.
Te doy
las gracias en nombre del IES Antonio Mª Calero porque te debe muchísimo más de
lo que en los papeles está escrito.
Y también
te quiero dar las gracias en nombre de tantas y tantas personas de los
Pedroches que bien como alumnos o como miembros de sus familias sólo han
acertado a vislumbrar la importancia que has tenido en su formación.
Aquí
tendrás siempre amigos y compañeros que te recibirán con satisfacción y con los
brazos abiertos. Te reservamos un hueco para cuando quieras tomar una copa o un
café, para vernos y contarnos cosas, para que compruebes que nuestro afecto
permanece vivo, para no perder nunca el contacto.
Belén,
que seas feliz en tu tierra y en tu nuevo destino. La misma felicidad que deseamos
a quienes ahora nos dejáis pero nos habéis acompañado durante un tiempo y ya
formáis parte de nuestra historia y de nuestra vida.
Jose Luis González Peralbo
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