FSM.- Francisco Onieva, eres un poeta que obtuvo un accésit del prestigioso premio Adonáis con Perímetro de la tarde. ¿Qué significó este premio en tu camino de poeta?
FO.- Ha sido mi carta de presentación. Cuando comprendí que el camino por el que transitaban mis primeros poemas no era el más adecuado, decidí, coincidiendo con la preparación de las oposiciones a Secundaria y el inicio de mi labor docente, apartarme del mundo poético cordobés y centrarme en leer y escribir, en busca de un nuevo discurso en que me sintiera más cómodo. De ahí nació la reescritura de Los lugares públicos, aparecido como cuaderno en 1998, y Perímetro de la tarde. Dicho esto, no es extraño que cuando se me concedió el citado accésit mucha gente no me conociese e, incluso, algunos que me conocían se sorprendiesen, pues me habían perdido la pista.
FSM.- Desde tu primer libro Los lugares públicos hasta ahora ¿crees que ha evolucionado tu forma de expresarte en la poesía?
FO.- Eso espero, pues el escritor que no evoluciona está muerto literariamente. Aunque mi trayectoria es corta, creo que en ella puede verse que busco la depuración lingüística, la emoción y la sugerencia, al tiempo que poco a poco tiendo a una mayor introspección.
FSM.- ¿Qué buscas en la escritura poética?
FO.- Encontrarme. Encontrar mi sitio en el mundo y definirme por las relaciones que establezco con lo que me rodea.
FSM.- ¿Cómo nació tu vocación por la poesía?
FO.- No lo sé. Desde que tengo uso de razón me recuerdo cerca de los libros. Sí tengo claro que cuando empecé a escribir con la intención de que mis versos saliesen del ámbito privado del cajón de mi escritorio fue con 17 o 18 años. En primero de Filología coincidí con Rafael Antúnez, Eduardo Chivite, Juan Antonio Bernier y Juan Carlos Reche. Aquel mismo año, 1994-1995, conocí a Raúl Alonso, Joaquín Pérez Azaústre o José Luis Rey, entre otros. El contacto con todos ellos fue muy enriquecedor.
FO.- Eso espero, pues el escritor que no evoluciona está muerto literariamente. Aunque mi trayectoria es corta, creo que en ella puede verse que busco la depuración lingüística, la emoción y la sugerencia, al tiempo que poco a poco tiendo a una mayor introspección.
FSM.- ¿Qué buscas en la escritura poética?
FO.- Encontrarme. Encontrar mi sitio en el mundo y definirme por las relaciones que establezco con lo que me rodea.
FSM.- ¿Cómo nació tu vocación por la poesía?
FO.- No lo sé. Desde que tengo uso de razón me recuerdo cerca de los libros. Sí tengo claro que cuando empecé a escribir con la intención de que mis versos saliesen del ámbito privado del cajón de mi escritorio fue con 17 o 18 años. En primero de Filología coincidí con Rafael Antúnez, Eduardo Chivite, Juan Antonio Bernier y Juan Carlos Reche. Aquel mismo año, 1994-1995, conocí a Raúl Alonso, Joaquín Pérez Azaústre o José Luis Rey, entre otros. El contacto con todos ellos fue muy enriquecedor.
FSM.- De todos tus poemarios publicados ¿con cuál de ellos crees que has alcanzado una mayor calidad literaria o con cuál de ellos te sientes más satisfecho y por qué?
FO.- Sin lugar a dudas, mi mejor poemario es Las ventanas de invierno, con el que conseguí el premio Cáceres Patrimonio de la Humanidad a finales de 2008. No obstante, una cadena de errores en la gestión ha llevado a que el libro aún esté sin publicarse. Es algo increíble. Un premio de este nombre no puede mancharse así; creo que el nuevo gobierno cacereño debería desatascar la situación y apostar por un libro que lleva, se quiera o no, implícito el nombre de la ciudad extremeña. Es muy doloroso sentirse, durante unos meses, ganador de un premio importante y ver cómo la entidad convocante no respeta las bases del mismo. Me presenté al premio, como dije en todas las entrevistas, para poder publicar en una editorial prestigiosa; por eso, hasta que no vea mi libro editado no volveré a sentirme ganador del premio.
CONTINÚA...
FO.- Sin lugar a dudas, mi mejor poemario es Las ventanas de invierno, con el que conseguí el premio Cáceres Patrimonio de la Humanidad a finales de 2008. No obstante, una cadena de errores en la gestión ha llevado a que el libro aún esté sin publicarse. Es algo increíble. Un premio de este nombre no puede mancharse así; creo que el nuevo gobierno cacereño debería desatascar la situación y apostar por un libro que lleva, se quiera o no, implícito el nombre de la ciudad extremeña. Es muy doloroso sentirse, durante unos meses, ganador de un premio importante y ver cómo la entidad convocante no respeta las bases del mismo. Me presenté al premio, como dije en todas las entrevistas, para poder publicar en una editorial prestigiosa; por eso, hasta que no vea mi libro editado no volveré a sentirme ganador del premio.
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