Conferencia dictada por el profesor D. José Luis González Peralbo, catedrático de Historia del IES "Antonio Mª Calero", en el mirador del teatro El Silo de Pozoblanco el día 5 de febrero de 2015 organizada por la cofradía de la Virgen de Luna.
Exponer en unos minutos y con el
rigor debido la trayectoria de una cofradía popular y centenaria como la
erigida en Pozoblanco en honor de Nuestra Señora de Luna no es tarea fácil. Sólo
abordar una mera historia cronológica de los más de cuatro siglos de su
existencia resulta ya una labor abrumadora.
Considero, por tanto, que para acotar
y centrar la exposición lo mejor será que plantee una serie de interrogantes y
a partir de ellos iré desgranando de forma sucinta la historia de la cofradía.
Esas preguntas tienen que ver con
el qué, el cuándo, el dónde, el quiénes y el cómo de la cofradía de la Virgen
de Luna.
Al día de hoy, a alguna de estas
preguntas es imposible responder; otras ofrecen objeciones e interpretaciones
ambiguas, cuando no cambiantes según los tiempos. Trataré de aclararles aquello
que tiene que ver con sus inicios y evolución histórica. Por su parte, los
invitados que participarán a continuación en la mesa redonda estoy seguro que
les ilustrarán sobradamente sobre muchas de las cuestiones señaladas o de otras
que puedan surgir.
Entremos en materia.
- La respuesta a la primera de
las preguntas planteadas está al alcance de cualesquiera de los presentes: una
cofradía o hermandad es, dentro de la Iglesia Católica, una asociación de
fieles en torno a una devoción y advocación concreta y con fines religiosos o
de otro tipo. Dentro de la clasificación más usual de las cofradías, la de la
Virgen de Luna es de las llamadas de Gloria y, por supuesto, de carácter
mariano.
- El segundo interrogante, el
dónde, tampoco crea en principio problema alguno: la cofradía se ha servido
desde sus orígenes en el santuario de la Virgen de Luna, ubicado en el
denominado quinto de Navarredonda, en plena dehesa de la Jara, en un lugar que
fue término común de las Siete Villas y hoy pertenece al término municipal de
Pozoblanco. La cofradía de Villanueva tiene igualmente desde sus orígenes el
mismo lugar de referencia.
Las noticias conservadas por la
tradición aseveran que la primitiva ermita fue levantada gracias a la
iniciativa de una piadosa mujer de Pedroche, y donada posteriormente a
Pozoblanco. Los datos procedentes de los pleitos sostenidos en los siglos XVI y
XVII y las manifestaciones de los testigos así parecen confirmarlo.
Pero a veces, según la época, la
tradición transmitida puede propiciar alguna que otra sorpresa o matiz: la
imperante en la actualidad es que la imagen de la Virgen se manifestó a un
pastorcillo en una encina concreta de los ruedos del santuario. Sin embargo, la
tradición difundida a principios del siglo XIX era diferente: “Esta
imagen que diz fue encontrada en el pozo prósimo a su actual ermita ha sido
causa inocente de ruidosos pleitos entre las villas por su posesión” Y añadía el informador con cierta
retranca propia de los tiempos liberales que corrían: “Actualmente
la tiene Villa de Córdoba cuatro meses; otros cuatro Pozoblanco, y los otros
cuatro se está quietecita en su casa de campo”.
-La tercera cuestión, cuándo fue
creada la cofradía, es mucho más peliaguda. Hemos conseguido confirmar con
documentos que ya existía en el último cuarto del siglo XVI y a partir de su
interpretación hemos deducido que la creación debió producirse décadas antes
pero la carencia de noticias históricas anteriores a las fechas indicadas
suscita muy variadas interpretaciones y provoca que el momento exacto de la
fundación sea todavía un misterio.
Como ustedes saben, una de las
teorías más generalizadas sostiene que la cofradía de la Virgen de Luna nació
en tiempos muy remotos, durante la reconquista y guerra contra el Islam, y de
ahí presupone un origen medieval y una influencia de órdenes guerreras como la
de Calatrava dado el carácter militar que presenta. Congeniar este
planteamiento con la cronología histórica de Pozoblanco y de los Pedroches es,
cuanto menos, sorprendente, pues plantea un problema por defecto: tendríamos
que remontarnos al siglo XII o, como muy tarde al siglo XIII, época en la que
Pozoblanco y Villanueva ni intuían su futura existencia. Por otra parte, el
argumento esgrimido de la estructura militar provoca un problema por exceso:
las primeras alusiones a la organización militar de la cofradía son muy
tardías, posteriores en más de un siglo a la certeza de su propia existencia.
Una propuesta más interesante
sobre su nacimiento, en lo que se refiere a la impronta militar, es la de su
posible vinculación con las milicias concejiles del siglo XVI cuya organización
reglamentó en 1571 el monarca Felipe II obligando a sus integrantes a portar
arcabuz, espada, rodela, alabarda u otra arma enastada. Es una fecha a partir
de la cual fueron creadas numerosas “cofradías o compañías de gente de armas”, con
muy diversas advocaciones, destacando en esta comarca las fundadas en honor de
San Sebastián.
Ahora bien, si nos ceñimos a los
datos, la más antigua noticia documentada hasta ahora sobre la existencia de la
cofradía está fechada en 31 de agosto del año 1587. Ese día el doctor Lope
de Ribera, visitador oficial del obispado, inspeccionó en Pozoblanco las cuentas relativas
a la ermita de Nuestra Señora de Luna, presentadas por Martín
López de la Torre , mayordomo de la misma, e hizo
referencia literal a “la cofradía y ermandad que
se hace en la dicha hermita”.
Tres años después, el pleito
mantenido en 1590 entre Pozoblanco y Villanueva en la Chancillería granadina
por la primacía en Nuestra Señora de Luna confirma la existencia de la cofradía
y alude a los “hermanos y cofrades de la
cofradía de Nuestra Señora de Luna, que se sirve en su ermita…” En conclusión, la cofradía ya
existía en el siglo XVI pero aún no contamos con la fecha exacta de fundación.
- El cuarto y último punto que
expondré tratará de dar respuesta al cómo, a la organización y evolución de la
cofradía hasta la época actual.
De los testimonios documentales citados no
puede afirmarse que la cofradía naciera con el carácter militar que luego
tendría, en todo caso lo contrario.
Al menos desde las últimas
décadas del siglo XVI, al mando de la cofradía y del mantenimiento de la ermita
figura un mayordomo o hermano mayor; en otras cofradías
contemporáneas de Pozoblanco también aparece el término de prioste, pero no es el caso de la Virgen de Luna. El cargo era
desempeñado indistintamente por seglares o por eclesiásticos. Los mayordomos
son siempre miembros de algunos de los linajes más importantes de la villa,
suelen estar emparentados entre sí y desempeñan el cargo sin una periodicidad
establecida; dispongo, a partir de 1579, de los nombres y secuencia temporal de
la mayoría de los primeros mayordomos durante un siglo:
* Martín López de la Torre , desde al menos 1579
hasta 1590, años de comienzo de obras en el santuario.
* Diego Díaz de Pedrajas,
licenciado, presbítero y rector de la parroquial, desde 1591 hasta la primera
década del siglo XVII. Prosiguió con las obras del santuario, embelleció con
ricos presentes a la imagen de Nuestra Señora y ordenó la construcción de
nuevas andas para los traslados de la virgen.
* Juan Moreno de Pedrajas, en la
segunda década del citado siglo, quien completó la reedificación definitiva del
santuario a falta del camarín, bajo la dirección técnica de los canteros
Francisco López Portillo y Juan Martín de Bargas.
* Francisco Merchán, que estará
al frente de la cofradía en los años veinte del siglo XVII y obtuvo la
autorización para edificar la casa de la cofradía junto a la ermita así como el
humilladero enclavado delante de la misma.
* Alonso Rodríguez de la Jurada,
en la década de los años treinta y cuarenta.
* Francisco Calero Cantador, que
a mediados del siglo XVII construyó la hornacina en honor de la Virgen que
durante siglos estuvo presente en la actual plaza de la Constitución y realizó
diversas obras en el santuario.
* Pedro Cruzado, familiar del
Santo Oficio y miembro frecuente del concejo, en los años sesenta.
* Alonso Martín de Villaseca,
presbítero y comisario del Santo Oficio, hermano de la venerable Marta Peralbo,
mayordomo en 1669 que costeó personalmente el primer retablo con el que contó
el santuario, obra de Alonso Sánchez de Medina.
* Juan López de Lucas, presbítero,
personaje de gran relieve en la localidad y en la hermandad de Jesús Nazareno
fue mayordomo de la cofradía de la Virgen de Luna en los años ochenta del siglo
XVII.
El mayordomo o hermano
mayor, que ya en el siglo XVIII recibirá el nombre de mayordomo administrador, contaba con la asistencia de varios diputados –encargados del manejo de las
joyas y la gestión de diversos bienes- y también de un sacerdote o capellán elegido a ser posible entre las
familias con hermanos o cargos en la cofradía.
En definitiva, la documentación
de los siglos XVI y XVII no proporciona alusiones a mandos de significación
militar en la cofradía pero considero que los graves y violentos incidentes
provocados en 1681 por la propiedad de la imagen entre vecinos y autoridades de
las dos poblaciones que compartían la devoción a Nuestra Señora de Luna dieron
lugar a cambios trascendentales en la tradición seguida hasta entonces.
Entre las novedades derivadas del
litigio hay que mencionar la nueva reglamentación sobre las fechas de romería y
tenencia y disfrute de la imagen, la propiedad concluyente de la imagen y del
santuario a favor de Pozoblanco, el nombramiento temporal de la Virgen como patrona de la
localidad (en detrimento de Santa Catalina), la fijación y aprovechamiento de
los ruedos del santuario, la reafirmación del mecenazgo pozoalbense sobre la
figura del santero, nuevos estatutos, la exigencia de limpieza de sangre para
sus integrantes y, muy probablemente la organización militar de la hermandad. Según
Ocaña Torrejón, que no cita sus fuentes, en Villanueva se creó en 1705, para lo
cual tuvo necesariamente que reformar los estatutos que ya tenía aprobados a
finales del XVII.
Y es a partir de entonces, y no
antes, cuando aparecen en protocolos notariales las primeras alusiones al
carácter de soldadesca de sus miembros, que se hará habitual en adelante, y a
la jerarquía principal de cargos que mantiene en la actualidad: capitán,
alférez y sargento. Los mismos que aparecen en las referencias a la cofradía de
San Sebastián en Villanueva unas décadas antes, aunque ésta incorpora un
segundo sargento y su capitán acapara además los cargos de hermano mayor y
mayordomo de forma simultánea.
En esta época los cargos eran
desempeñados de forma anual: “…en poder de los
oficiales que son de dicha Compañía actualmente, o de los oficiales que los
sucediesen en fin de cada un año…”
Para los primeros años del siglo
XVIII es igualmente segura la inclusión de un encargado del tambor. Las
alusiones anteriores sobre acompañamiento musical en las festividades de la Virgen de Luna sólo hacen
mención a la actuación de ministriles, participación que fue habitual durante
todo el siglo XVII. La incorporación del tambor es también un signo evidente
del carácter de soldadesca de los integrantes de la cofradía.
En definitiva, en la evolución
histórica y funcionamiento de la cofradía podemos constatar un triple poder
presente en ella desde los comienzos: el de los propios componentes o hermanos,
representados primero por el mayordomo o hermano mayor y más tarde por su
jerarquía militar o pseudo-militar que relega al mayordomo a una posición
secundaria; el poder eclesiástico, encabezado por el clérigo o capellán
nombrado en cada momento; y el poder municipal, a través de los diputados,
regidores síndicos y procuradores generales designados por el ayuntamiento.
A partir de la segunda mitad del
siglo XVIII las menciones a la cofradía se reducen drásticamente quizá como
consecuencia del nuevo espíritu ilustrado y, en nuestro caso, de la real cédula
promulgada por Carlos III en 1759 suprimiendo las soldadescas y el uso de
prendas y armas similares a las utilizadas por el ejército, argumentando el
dispendio de pólvora que se producía y los frecuentes altercados provocados por
los excesos en diversiones, comida y bebida con motivo de las distintas
festividades en las que participaban.
De todos modos, la prohibición no
se aplicará de forma rigurosa e incluso se concederá permiso expreso para su
mantenimiento en algunas poblaciones tal como, al parecer, sucedió con la
cofradía pozoalbense.
De este siglo XVIII la noticia
más relevante sobre la cofradía fue la polémica en que se vio envuelta con
motivo de pretender incluirse en ella Andrés Peralbo Cruzado, un capítulo
añadido al pleito promovido por cuestiones de limpieza de sangre entre el
citado personaje y la cofradía de Jesús Nazareno. Era por entonces capitán
Alonso Blanco Cejudo, personaje al que he dedicado un estudio anterior.
Al comenzar el siglo XIX, en mayo
de 1806, el nuevo corregidor de las Siete Villas de los Pedroches, Dionisio
Catalán, publicó un auto de buen gobierno en cuyo punto noveno advertía “que ninguno dispare tiros, cohetes, y
otras inbenciones de fuego dentro de poblado, bajo las penas de la Ley , ni aun con título de
obsequio a la Virgen
o Santos”. Pese a todo, es tradición que Fernando VII renovó la licencia que
permitía hacer uso de armas de fuego y salvas a los cofrades de Nuestra Señora
de Luna.
La prevención de las autoridades
sobre la utilización de este tipo de armamento en concentraciones populares
resulta obvia y, aunque respetaron la tradición incluso en épocas turbulentas,
en alguna ocasión se han producido accidentes fortuitos, como sucedió en 1917.
De este siglo XIX quiero subrayar
el hecho de que comencemos a disponer de noticias, escuetas, sobre la Virgen de
Luna procedentes de la prensa así como algunas anotaciones en los libros de
presupuestos municipales con partidas de gastos para sus festividades.
También deseo destacar una
noticia tangencial que puede obligar a reconsiderar las informaciones sobre la
antigüedad de la primitiva imagen de la Virgen, la destruida en 1936, y que
apuntarían a una factura no anterior a la segunda mitad del siglo XIX: un
artículo periodístico de finales del citado siglo, en referencia a la antigua
talla del Cristo de la Caridad, afirma que fue la única imagen que sobrevivió
al hundimiento del cuerpo de la iglesia parroquial el 7 de febrero de 1841,
fecha en la que la Virgen de Luna estaba ya en su habitual altar del templo
pozoalbense.
Otras noticias importantes
durante el siglo XIX sobre la cofradía y su entorno tienen que ver con el
conocimiento de algunos capitanes, diputados, capellanes y santeros; la
construcción del ábside o camarín de la ermita; la peregrinación y fiesta de
imposición de llaves en el santuario en 1875 con participación de las dos
villas; la desamortización y nueva delimitación de los ruedos del santuario; el
espantoso crimen cometido por Pérez Zafra en las proximidades del mismo y,
sobretodo, la aprobación de los nuevos estatutos en 1877 que aportan
informaciones fidedignas sobre la estructura y organización de la misma: el
número de componentes o hermanos establecido en los citados estatutos era el de
setenta, quizá el mismo que tuvo al implantar su estructura militar. Hoy ese
número ha cambiado.
En cuanto a la vestimenta,
disponemos de noticias centenarias que describen el traje utilizado por los
cofrades al menos desde la segunda mitad del siglo XIX: “especie
de frac, cruzado a la bandolera por unos cordones de seda de los cuales penden
los frascos de pólvora y el espadín que todos usan, y durante la procesión
todos llevan antiguas escopetas de pistón con las cuales, en los sitios fijados
por la costumbre, hacen salvas en honor de su Excelsa Patrona…” Este equipo de gala ha sufrido
igualmente algunas modificaciones.
Las informaciones sobre la
historia de la cofradía se van acumulando en la primera mitad del siglo XX, con
referencias a los diferentes capitanes y demás cargos que se han sucedido, al
ajuar y los mantos que adornaban a la imagen, a las crónicas de las romerías…
pero igualmente a algunas graves dificultades surgidas en su funcionamiento
interno por cuestiones personales o de bandos que obligaron incluso a
intervenir a la autoridad diocesana, o bien a la defensa encomiable de la
tradición frente a posicionamientos sociales cada vez más anticlericales. Nada
comparable, sin embargo, con el tremendo impacto y expolio que supuso la guerra
civil para el santuario, la imagen y la propia cofradía. La nueva imagen, obra
del escultor valenciano Francisco Pablo en 1948, fue quizá el último encargo en
el que trabajó antes de fallecer.
Pero los contratiempos están para
superarlos y en las últimas décadas la cofradía ha dado muestras de su vigor,
agrandando en múltiples facetas y direcciones su bien y merecido prestigio
ganado a lo largo del tiempo.
Una última apreciación, sobre los
recursos económicos con los que ha contado la cofradía. Desde que tenemos
noticia, ésta, al igual que la imagen y el santuario, se ha sufragado a base de
donativos en dinero tanto de los propios hermanos como de incontables
particulares, limosnas, mandas testamentarias, partidas y subvenciones
municipales, arrendamiento de rebaños de ganado caprino, fiestas particulares
en el santuario, censos impositivos y entregas de productos agrícolas y, sobre
todo, ganaderos (entrega de cabras, borregos, carneros, novillos y terneras así
como cueros y pellejos, una costumbre muy arraigada).
En los primeros tiempos era la
propia cofradía la que sufragaba los gastos de traída y llevada;
posteriormente, a partir de mediados del siglo XVII será el concejo de
Pozoblanco quien los costee así como los gastos de los capitulares y otros
convidados que, en compañía de los cofrades, acudían a la ermita, “en
cuyas concurrencias es costumbre dar de comer el concejo a sus capitulares”. También se proporcionaba
alimento, como limosna, a todos los pobres que se concentraban allí los días de
romería.
Sobre las experiencias acaecidas desde
que se produjo la reorganización en 1940 nuestros contertulios, a los que pido
perdón por haberles hecho esperar tanto, les informarán con todo lujo de
detalles.
Felicidades por el aniversario y
muchas gracias por su atención.
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